La elección de una profesión , ocupación u oficio, nos brinda el momento perfecto para reflexionar sobre nosotros mismos en términos de aptitudes, destrezas, motivaciones e intereses. Se trata también de tener el valor de elegir perfilar quiénes somos y qué queremos, es el mágico instante en el cuál comenzamos a discernir entre el ser y el hacer.
Si bien contamos con múltiples y confiables formas de evaluar nuestro potencial, destrezas y tendencias motivacionales, no siempre suele coincidir que dicho perfil encaje en ese nicho de empleabilidad que nos parece atractivo, por lo cual hay que iniciar un proceso de ajuste personal. Entonces se hace, aún más relevante, la figura de un psicólogo orientador que nos acompañe en dicho proceso.
Con frecuencia, nuestros intereses condicionan la selección de un empleo o de una profesión y obviamos la evaluación de nuestras destrezas , caso en el cual no logramos alcanzar las metas deseadas a nivel laboral o académico . En otras ocasiones nos dejamos llevar, solamente , por nuestras capacidades cognitivas sin sentir alegría en el ejercicio de las funciones del área escogida.
Insisto en ver la orientación vocacional como una ventana al proceso de convertirnos en personas realizadas.
No hay mejor momento para acudir a un profesional que éste.